Características del Síndrome de Down

Psicológicas y de aprendizaje

Se dan enormes diferencias individuales entre los niños con Síndrome de Down. No hay dos niños con Síndrome de Down iguales, por lo que hay que evitar tópicos, falsos mitos y generalizaciones (muy cariñosos, eternos niños…). Su variabilidad física y cognitiva son aún mayores. Las etapas de desarrollo y los hitos que aparecen en ellas presentan un abanico temporal más amplio. Su desarrollo corporal y sus rasgos físicos varían considerablemente de unos niños a otros, incluso en las características propias del Síndrome. Las diferencias en la afectación cerebral también son grandes, van desde la deficiencia grave hasta la discapacidad leve. La enorme variedad de los ambientes educativos, sociales y familiares en los que se mueven los niños con Síndrome de Down, influye enormemente en su desarrollo físico y psicológico.

No se puede determinar el grado de desarrollo que puede llegar a alcanzar un niño con Síndrome de Down. No se deben crear falsas expectativas,  hay que conocer y creer en sus potencialidades reales y .hay que evitar poner límite a sus posibilidades futuras.

Para planificar el proceso de enseñanza-aprendizaje del niño con Síndrome de Down se ha de partir de un conocimiento realista y actualizado de sus características específicas. Ello proporcionará mayor conocimiento y este será más ajustado, lo que favorece la puesta en marcha de una intervención más eficaz, proporcionando los apoyos y las ayudas necesarias y adaptadas a sus características y necesidades educativas concretas.

Desarrollo evolutivo

Los niños con Síndrome de Down presentan habitualmente retraso en el acceso a  las diversas etapas y, en muchos casos, una permanencia más prolongada en cada una de ellas. Estas etapas se presentan siguiendo una secuencia semejante a la de los niños sin discapacidad, aunque se aprecian algunas diferencias cualitativas.

En general, su progreso, tanto en el desarrollo motor como en el cognitivo, es mas lento que el de los niños sin discapacidad.

Características físicas

Suelen ser sujetos de estatura baja, con microcefalia en el 85% de los casos, que presentan características faciales propias como cabeza pequeña, redondeada; mejillas salientes; frente baja e inclinada; nariz pequeña y aplastada; boca abierta, lengua grande y fisurada, la bóveda del paladar es a menudo ojival, los dientes los tienen mal insertados y deformes; orejas de implantación baja; ojos oblicuos, sesgados arriba y afuera; cuello ancho y corto; dedos meñiques cortos y curvados hacia dentro; manos pequeñas y anchas, surco transversal en la palma; pies a menudo planos; piel seca y cabellos finos.

Características biológicas y estado de salud

No existe un tratamiento farmacológico o médico que cure el Síndrome de Down.

La intervención sanitaria y la aplicación desde el nacimiento de programas de salud adaptados, han conseguido avances notables en la calidad de vida de las personas con Síndrome de Down. Actualmente, la esperanza media de vida es de 56 años en países desarrollados.

Las personas con Síndrome de Down suelen tener cardiopatías congénitas en el 66% de los casos, que suelen ser intervenidas tempranamente (antes de los 6 meses de edad). Las cardiopatías pueden producir un aumento del absentismo escolar, una menor resistencia física, lo que afectará a su capacidad para afrontar las tareas académicas. Hay que tener cuidado y ajustar los esfuerzos que se le exijan.

Las alteraciones de visión (nistagmus y estrabismo) y de la audición (otitis cónica) aparecen en un alto porcentaje en los niños con Síndrome de Down. Hay que remitirles a los especialistas médicos correspondientes una vez detectados los primeros indicios: distracción inusual; dificultad para entender instrucciones, incluso cuando se le habla a la cara; acercamiento excesivo a la hoja… Un mal funcionamiento de los órganos de los sentidos influye negativamente en los procesos de entrada de la información y en su posterior procesamiento cerebral de la información.

 

El tono muscular es el grado de tensión que mantienen los músculos, incluso en situación de reposo. Los niños con Síndrome de Down presentan un retraso psicomotor global; hipotonía muscular, laxitud de los ligamentos, retraso en la adquisición de conductas motoras; coordinación psicomotriz deficitaria (orientación espaciotemporal, lateralidad y equilibrio); y dificultad en la manipulación fina.  Todo ello repercute en la realización de actividades de motricidad, gruesa y fina. Estas características deben tenerse en cuenta a la hora de programar actividades físicas o deportivas y para las actividades que exigen una coordinación motriz fina (mejora con el tiempo mediante entrenamiento).

Alteraciones en la función tiroidea (15% de los casos). Se deben hacer las revisiones periódicas necesarias. Las distracciones frecuentes, la poca atención o la lentitud general forman parte del cuadro de una mala regulación tiroidea.

Los trastornos respiratorios, los frecuentes catarros y las infecciones de las vías respiratorias, son característicos en los niños con Síndrome de Down y afectarán a su asistencia y a su rendimiento en clase.

Pueden presentan trastornos digestivos, retraso en la maduración ósea y son tendentes a la obesidad.

Con frecuencia presentan un umbral más alto de percepción del dolor, por lo que sienten o expresan el dolor en menor grado. Cuando manifiestan dolor, es posible que este sea de un nivel importante, por lo que debe realizarse una consulta médica para determinar su gravedad.

Personalidad

Cada niño o persona con Síndrome de Down presenta unas características propias de su personalidad. No es cierto el tópico de que todos son cariñosos o tranquilos, sino que cada uno de ellos, además de la trisomía como peculiaridad cromosómica, tienen los genes que aporta la madre y el padre por lo que cada uno posee una personalidad propia.

Presentan unas características comunes dadas por dos motivos principales: las estrategias educativas que se siguen dentro de la familia y el colegio o en su defecto en la atención temprana y su dificultad de generalización y abstracción, de lo que se derivan una serie de características comunes como son: baja tolerancia a la frustración, reacción negativa ante la crítica, búsqueda del protagonismo, temor al fracaso, dificultad para ver el punto de vista de los demás, falta de iniciativa e inseguridad ante los imprevistos.

Hay características generales de la personalidad que presentan con frecuencia los niños con Síndrome de Down:

  • Tienen escasa iniciativa para comenzar actividades o realizar tareas: utilizan de forma reducida sus posibilidades de juego y presentan baja tendencia a la exploración. Si no se interviene en los recreos tienden al aislamiento porque son poco propensos a participar en los juegos y deportes por voluntad propia. En clase desconectan de la actividad que se está realizando y no siempre demandan la ayuda que necesitan.
  • Les cuesta inhibir la conducta (el trazo al escribir, manifestaciones excesivas de afecto…). Hay que proporcionar control externo, mediante instrucciones o instigación física, que con el tiempo se convertirá en autocontrol.
  • Tienen tendencia a persistir en sus conductas y resistencia al cambio: les cuesta cambiar de actividad, iniciar nuevas tareas…lo que les hace parecer tercos (Maguire, 1999).
  • Presentan menos sensibilidad hacia lo novedoso, afectándoles más los cambios y mostrándose más aferrados en sus conductas.
  • Falta de constancia en las tareas escolares, especialmente en las que no son de su interés. Tienen poca perseverancia en su realización y utilizan buena capacidad social para evitarlas.
  • En las relaciones interpersonales suelen mostrarse colaboradores, afectuosos y sociables, de ahí el estereotipo de “cariñosos”.

 

Hay una serie de patologías que aparecen con mayor y menor frecuencia tras realizar un diagnóstico y evaluación psicológica de los procesos mentales de la persona con Síndrome de Down. Las que aparecen con mayor frecuencia son las siguientes:

Trastornos graves de la personalidad

Depresiones, aislamiento, desconexión de la realidad, “ensimismamiento”, idealización delirante, trastornos del humor, estereotipias, autismo, rasgos psicóticos, etc.

Trastornos del comportamiento

Trastornos del sueño (insomnio, terrores nocturnos, agitación…), trastornos del movimiento (hiperactividad, dificultades de atención, conductas inadecuadas), conductas antisociales (rechazo a las normas, provocación), mutismo selectivo, enuresis, estereotipias motrices y tartamudeo, regresión, trastornos de la conducta alimentaria, trastorno de las emociones.

Trastornos de personalidad de tipo neurótico

ansiedad, fobias, síndrome depresivo, trastorno de adaptación y trastorno obsesivo.

Motricidad

El niño con Síndrome de Down presenta dificultades en el ámbito psicomotor, tanto en motricidad gruesa: relacionada con el movimiento de los brazos y de las piernas, como en la motricidad fina que implica el control óculo-manual.

Presentan alteraciones en la motricidad fina, en el control visual, la velocidad, la fuerza muscular y el equilibrio, estático y dinámico. En general, son lentos en sus realizaciones motrices y presentan mala coordinación. La hipotonía muscular y la laxitud de los ligamentos dificultan el control motriz.

Tienen extremidades cortas con respecto al tronco y manos anchas, condados cortos y una implantación baja del pulgar.

Con frecuencia aparecen dificultades en los movimientos antigravitatorios: dificultad para subir escaleras o saltar hacia arriba.

La torpeza motora que presentan influye en la adquisición de habilidades escolares como la escritura. Por eso se hace necesario separar el aprendizaje de la lectura del de la escritura, ya que pueden alcanzar un nivel lector aceptable antes de ser capaces de escribir letras.

Atención

Las personas con Síndrome de Down tienen dificultades de atención y tendencia a la distracción frente a estímulos diversos y novedosos. Esto es una dificultad importante para el acceso a los conocimientos, una vez que la atención mantenida es requisito previo para cualquier aprendizaje.

La presencia en clase de dos actividades paralelas limita sus posibilidades de concentración: percibe que su tarea es diferente a la de los demás, tiende a distraerse con mayor facilidad y a reclamar la atención del profesor.

Les cuesta mantener la atención durante períodos prolongados de tiempo.

Hay que tener presente que la atención varía en función de la motivación o interés por la tarea y por el grado de cansancio. No debe confundirse con el tiempo de respuesta a las demandas, que es mayor de lo habitual.

Presentan problemas para dirigir la atención  hacia la procedencia del estímulo por el cansancio orgánico; tienen dificultad para captar sonidos y para mantener el contacto visual; dificultad para mantener la atención para grabar y retener varias órdenes seguidas; poca memoria auditiva secuencial, no les llega toda la información y actúan impulsivamente sin elaborar la respuesta; y problemas de comunicación sináptico cerebral.

Percepción

Tienen mejor capacidad para captar la información por la vía visual que por la auditiva, por lo que tienen un mejor procesamiento de la información a través de la vista. Logran mejores resultados si la tarea se presenta visualmente y si pueden responder de manera manual, señalando o eligiendo, en lugar de hacerlo de palabra. Por tanto, la percepción visual puede considerarse un punto fuerte en el aprendizaje de las personas con Síndrome de Down.

Los problemas de percepción auditiva hacen más dificultoso el que sigan las instrucciones dadas en grupo. Los movimientos y los cambios de situación que hace el profesor en el aula los siguen más por observación e imitación de los compañeros que porque lo hayan comprendido e interiorizado.

Su tiempo de respuesta ante los distintos estímulos es más amplio, por ello requieren de mayor estimulación para captar la información. Además, tienen un habituación más lenta: se benefician menos de la repetición de los estímulos.

La pobreza en la intercomunicación entre las estructuras nerviosas de las áreas corticales produce:

  • Menor rapidez perceptiva: asimilación lenta, problemas para atender a varias órdenes a la vez, dificultad para discriminar lo general de lo concreto.
  • Dificultad para elaborar estrategias cognitivas y resolución de problemas.
  • Problemas de percepción auditiva: dificultad para seguir órdenes que se le dan en grupo, imita aunque no comprende…

Aspectos cognitivos

Los niños con Síndrome de Down tienen una capacidad intelectual inferior, y se acompaña de deficiencias en su capacidad adaptativa. La discapacidad intelectual que presentan varía, desde leve a grave.

Presentan dificultades con el procesamiento de la información, en su recepción y en los elementos procesadores y efectores que dan respuesta a las demandas de la situación concreta. Les cuesta relacionar y elaborar la información para tomar decisiones lógicas. Por lo tanto, tienen dificultad para manejar diversas informaciones, aún más si se dan al mismo tiempo. Su procesamiento simultáneo de la información es mejor que el procesamiento secuencial, de ahí que les resulte difícil ordenar sucesos en el tiempo y manejar informaciones dadas de manera sucesiva.

Tienen grandes dificultades de abstracción y de conceptualización, por lo que les cuesta acceder a los conocimientos complejos. Una vez producido el aprendizaje, la transferencia y generalización a otras situaciones y otros momentos está limitada, lo aprendido en determinadas circunstancias puede no ser generalizado a otras diferentes.

Tienen dificultad para acceder a conocimientos abstractos y al pensamiento hipotético (Se sitúan en la etapa de operaciones concretas de Piaget).

Inteligencia

Suelen presentar discapacidad intelectual leve o moderada, con un coeficiente intelectual entre 40 y 65 puntos habitualmente, aunque existen excepciones.

Los niños con Síndrome de Down tienen mejores resultados en las pruebas manipulativas que en las verbales. Les cuesta entender varias instrucciones dadas en orden secuencial o consecutiva. Entienden literalmente lo que les dicen, por lo que le cuesta comprender las bromas y las frases irónicas o con doble sentido.

Memoria

La mejor recepción de la información a través de la vista supone una mejor memoria viso-espacial que auditivo-verbal (Marcell y Armstrong, 1992). Presentan limitación en su memoria a corto plazo: 3-4 ítems auditivos y  3-5 imágenes (Ruiz y col., 1998); lo que conlleva una dificultad mayor para consolidar los aprendizajes.

Tienen más dificultades con la memoria explícita o declarativa, que es intencional, consciente y requiere esfuerzo; que con la implícita o no declarativa, que se desarrolla tempranamente y es muy robusta, almacena información sin conciencia de ello (andar en bici, usar las reglas gramaticales…) (Flórez, 1999).

Presentan una memoria procedimental y operativa mejor desarrollada que a memoria semántica, que les permite realizar tareas secuenciadas con precisión.

La memoria semántica, relacionada con los significados de las palabras y el conocimiento, tiene una capacidad más limitada. Por eso les resulta difícil retener, evocar y relacionar distintas informaciones.

Por tanto, tienen dificultad para retener y almacenar la información: les cuesta recordar lo que han hecho y conocido; no generalizan experiencias; no dan una respuesta inmediata; y necesitan estrategias para la vida cotidiana y el contexto escolar.

Lenguaje

Los niños con Síndrome de Down desarrollan mucho antes el lenguaje comprensivo que el expresivo.

Empiezan a utilizar las primeras palabras con significado alrededor de los tres años y las combinaciones de palabras para formar frases entre los 3 y 4 años.

Tienen dificultades articulatorias y baja inteligibilidad del habla; las oraciones suelen ser simples, cortas y con poco contenido; su lenguaje es descriptivo y funcional; y cometen errores con las formas morfosintácticas (Lezcano y Troncoso, 1998).

En la producción del lenguaje, les cuesta dar respuestas verbales e intentan evitarlas, utilizando frases hechas para salir del paso. Aportan mejor respuestas motoras.

En general, su capacidad lingüística es menor que su capacidad social, de su inteligencia general e incluso del nivel lector.

Presentan alteraciones en el procesamiento auditivo de la información, ya sea por pérdida de audición, mala discriminación  o por limitación en la memoria auditiva; y les cuesta comprender enunciados orales complejos, las frases negativas y las oraciones subordinadas.

Su mayor capacidad de lenguaje comprensivo que de expresivo, hace que sean  capaces de comprender más de lo que explican. En general, tienen suficiente vocabulario expresivo y pueden llegar a seguir conversaciones con normalidad.

Conducta

Los niños con Síndrome de Down no suelen presentar problemas importantes de conducta. La mayoría se incorporan y participan fácilmente en entornos sociales normalizados.

En ocasiones  la cierta disminución  de las funciones inhibidoras del comportamiento, por limitación de la actividad cerebral prefrontal, que les limita su capacidad para captar señales y avisos que les ayudarían a no cometer errores.

Es necesario establecer unas normas claras y unos límites bien definidos, que les marquen, ya desde pequeños, lo que deben y no deben hacer.

Aunque la mayoría de los niños con Síndrome de Down tienen un comportamiento adecuado, algunos pueden mostrar variedad de comportamientos inadecuados que se deben reducir, eliminar si es posible y , es fundamental, prevenir. Estos comportamientos son negativas para su propio desarrollo: conducta social incorrecta, influencia negativa en el rendimiento escolar, reducción de amistades…; y pueden generar problemas para sus compañeros, padres, profesores… Por tanto, se deben incluir estos contenidos dentro de un programa de intervención global, estableciendo estrategias preventivas eficaces.

Sociabilidad y autonomía

Durante los primeros años de vida los niños con Síndrome de Down muestran signos emocionales positivos y que tienen un punto fuerte en el funcionamiento socio-emocional. Al mismo tiempo que presentan obstinación y personalidad con una voluntad firme, tendencia a la persistencia de las conductas y resistencia al cambio.

En general, tienen un grado de adaptación social aceptable, por lo que su incorporación a centros escolares ordinarios se produce de forma natural y sin excesivas dificultades. Se muestran  interesados en el contacto social, mantienen buenas habilidades de interacción interpersonal, son comunicativos y responden a las demandas del entorno; comprenden bastante bien las pautas no verbales y los indicios o pistas sociales, relacionadas con las normas de funcionamiento social.

Por el contrario, el nivel de interacción espontáneo es bajo; suelen ser dependientes de los adultos, especialmente en las primeras etapas de escolarización, llegando a darse problemas de aislamiento en situaciones de integración; suelen jugar solos porque así lo eligen, ya sea por su dificultad para seguir las normas o por la rapidez de los estímulos que les desbordan, prefiriendo seguir su propio ritmo; es habitual que les guste jugar con niños más pequeños.  (Ruiz Rodríguez, E., 2009).

Por tanto, en lo relacionado a las habilidades sociales muestran un desarrollo parecido a la normalidad aunque es más lento y las reacciones afectivas son menos intensas (sonrisa social, risa, miedo al extraño), puesto que sus recursos para conectar con el ambiente no son tan eficaces, el niño con Síndrome de Down no obtiene demasiada información de él. Por otra parte, a más hipotonía mayor atraso en aparición de conductas afectivas.

Existen una relación importante entre habilidades sociales y las habilidades de autonomía personal. Estas influyen en el desarrollo personal, en la aceptación por parte de los demás y, por tanto, en una auténtica integración social.

La autonomía personal debe considerarse como la capacidad que tiene la persona para desarrollar una vida lo más satisfactoria e independiente posible en la comunidad. Las personas con Síndrome de Down presentan dificultades para el desarrollo de habilidades de autonomía personal que dificultan su independencia.

Para que las personas con Síndrome de Down alcancen una plena integración en la sociedad es necesario conseguir autonomía personal y vida independiente. Para ello, se llevan a cabo programas específicos encaminados a prepararlos para vivir lo más autónomo y autosuficientemente posible con su familia o en pisos con apoyo según necesidad, llevando a cabo tareas de autocuidado, realización de tareas cotidianas y mantenimiento del hogar.  Para que poder realizar elecciones y tomar decisiones relacionadas con uno mismo, sin influencia o ayuda externa es necesario: autonomía, autorregulación (auto instrucciones, auto refuerzo…), creencias sobre su capacidad de control y eficacia, conocimiento de sus puntos fuertes y limitaciones.

En general, los niños con Síndrome de Down presentan buenas capacidades sociales, de empatía y de relación interpersonal. Siempre deben potenciarse estos aspectos para favorecer su integración social y su calidad de vida.

Las relaciones  y las oportunidades para establecer amistades pueden verse influidas por la autonomía personal e independencia social, por el lenguaje y por el funcionamiento cognitivo. Se deben provocar situaciones, aumentando las posibilidades de interacción, potenciar las amistades y ofrecer los apoyos adecuados necesarios.

Por otra parte, el temperamento, las experiencias en la familia, el colegio, la comunidad… son factores que influyen en sus habilidades sociales.

Estilo de aprendizaje

Es fundamental conocer cómo se aprende y cómo aprenden los alumnos con Síndrome de Down:

  • La lentitud en el funcionamiento de sus circuitos cerebrales repercute directamente en la adquisición y en el progreso en los aprendizajes, que serán más lentos.
  • El proceso de consolidación tarda más tiempo, ya que aprenden más despacio y, en muchos aspectos, de manera diferente. Por ello, van a necesitar más tiempo para conseguir los conocimientos y, por tanto, más años para poder adquirir los objetivos curriculares.
  • Inestabilidad de lo aprendido: es frecuente que aparezcan y desaparezcan  conceptos que se creían ya consolidados.
  • Es preciso un trabajo sistemático para reforzar y afianzar los aprendizajes, debido a la fragilidad de los mismos. Alcanzar los aprendizajes les resulta más difícil, para ello necesitan mayor número de ejemplos, más ejercicios, más práctica, más ensayos y más repeticiones.
  • También favorece la consolidación de los aprendizajes, la aplicación habitual de las habilidades alcanzadas, en distintos lugares y momentos, y en su entorno de vida cotidiano.
  • Muestran escasa iniciativa para abordar los aprendizajes, bajos niveles de actividad, poca utilización de las posibilidades de actuación que el entorno educativo les proporciona y poca tendencia a la exploración.
  • Tienen menos capacidad de respuesta y de reacción frente al ambiente y dificultad para inhibir su conducta.
  • No suelen pedir ayuda cuando encuentran una dificultad en la realización de una tarea. Pueden no ser capaces de saber dónde se encuentra la dificultad, por lo que no saben qué demanda deben hacer; o puede deberse a que habitualmente reciben ayuda sin necesidad de solicitarla y están acostumbrados a esperar dicho apoyo.
  • En ocasiones, presentan resistencia al esfuerzo en la realización de las tareas, con poca motivación e inconstancia en la ejecución, por falta de interés, rechazo o miedo al fracaso (Troncoso y col., 1999).
  • Les cuesta trabajar solos y realizar tareas sin atención y/o apoyo directo e individual. Por tanto, un objetivo fundamental de la intervención será el fomentar el desarrollo del trabajo autónomo.
  • Tienen un bajo nivel en la perseverancia en sus tareas y la aparición de conductas sociales tendentes a desligarse de las tareas. Usan su habilidad en la interacción social para desviar la atención del profesor, evitar o abandonar la tarea que no les gustan e incluso conseguir la ayuda de otro.
  • Evitan las oportunidades para emprender nuevas habilidades y hacen poco uso de las que adquieren, lo que dificulta su consolidación. (Fidler, 2006).
  • Presentan peor desarrollo del pensamiento instrumental: dirigido a obtener un fin determinado. Ello influye en su capacidad para la resolución de problemas, haciendo pocos intentos  y con menos organización.
  • Precisan de enseñanza explícita de aprendizajes aparentemente sencillos.
  • Es necesario descomponer el proceso de enseñanza en pasos intermedios, secuenciación de objetivos, contenidos y actividades.
  • Usar signos, gestos, imágenes, pictogramas…ya que aprenden más fácilmente debido a su mejor percepción visual.
  • Aprovechar su capacidad de observación e imitación para favorecer y reforzar los aprendizajes.
  • Su persistencia en la conducta les permite trabajar de forma continuada en un mismo tipo de tarea hasta adquirir lo que se proponen.
  • Instaurar unos hábitos adecuados para evitar rechazo a las tareas académicas. Tener empatía profesor-alumno.
  • Lo que aprenden de manera sólida suelen retenerlo bien, pero es necesario reforzar y consolidar estos aprendizajes.

 

Es preciso que se le presenten los estímulos educativos que ellos no buscan y que se les enfrente a situaciones en las que deban hacer uso de diferentes capacidades.

Sexualidad

Todas las personas con Síndrome de Down tienen necesidades intimas, y por ello es importante que sean reconocidas y planeadas en su educación, en otros programas y en los diferentes contextos (familia, escuela, residencia…).

Los niños con síndrome de Down experimentan la misma secuencia de cambios físicos y hormonales asociados a la pubertad como otros niños de su edad. Los cambios emocionales característicos de la adolescencia son también presentes en niños con síndrome de Down, y pueden ser intensificados por factores sociales. El desenlace de la pubertad en los niños puede ser levemente retrasada, pero este no es un factor mayor.

La menstruación para niñas con síndrome de Down es indiferente a otras compañeras de la población general. Las mujeres con síndrome de Down son fértiles y pueden usar cualquier método de anticontraceptivos sin riesgos médicos adicionales. El método escogido dependerá en la preferencia personal, habilidad de usarlo efectivamente y teniendo en cuenta los posibles efectos secundarios. La esterilización quirúrgicamente puede también realizarse sin riesgo adicional; sin embargo, la disponibilidad de este procedimiento a mujeres que están incapacitadas en su desarrollo mental puede ser controlado por leyes del estado. Por lo menos, la mitad de todas las mujeres con síndrome de Down ovulan y son fértiles. Entre 35 a 50 % de los niños nacidos de mamás con síndrome de Down tienen trisomía 21 u otras dificultades del desarrollo.

Científicamente información sobre la fertilidad en hombres con síndrome de Down es limitada. Mientras que la mayoría de los libros de texto indican que ningún hombre con síndrome de Down es conocido que haya engendrado un niño, genéticos de Inglaterra recientemente reportaron un caso en el cual la paternidad de un hombre con síndrome de Down fue confirmada. No se sabe si los descendientes de hombres con síndrome de Down son más propensos a tener síndrome de Down u otras anomalías. Sí se mira claro que, en general, hombres con síndrome de Down tienen sobre todo un índice más bajo de fertilidad en comparación a otros hombres de su edad.

Es sumamente recomendable que la educación a la edad apropiada en comportamientos protectivos sean comenzados en la niñez y sean reforzados a través de la vida de una persona con síndrome de Down. Para ser efectiva, la educación debe ser individualizada y entendible, enfocándose no sólo en los aspectos reproductivos físicos, sino también en posiciones sexuales entre el contexto de toda relación interpersonal.

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